Problemas de memoria en etapas tempranas

La memoria es una función cognitiva compleja mediante la cual el sistema nervioso es capaz de codificar, almacenar, organizar y recuperar una variedad de información relevante para el individuo. Estos procesos básicos (la codificación, el almacenamiento y la recuperación) involucran distintas áreas del cerebro, como el hipocampo, la corteza prefrontal y estructuras del sistema límbico, así como la participación de neurotransmisores como la acetilcolina y el glutamato. Gracias a este sistema, somos capaces de registrar experiencias, aprender nuevas habilidades y tomar decisiones.

Todos olvidamos cosas de vez en cuando, como las llaves del automóvil o el nombre de una persona que acabas de conocer. Este tipo de olvidos son comunes y, aunque a veces se deben al envejecimiento y a un leve deterioro de la memoria y otras habilidades de razonamiento, también pueden ser simplemente por distracción o cansancio. Sin embargo, hay una diferencia importante entre los cambios normales en la memoria y la pérdida de memoria asociada con la enfermedad de Alzheimer y otros trastornos similares. Es fundamental prestar atención si estos fallos se vuelven frecuentes, interfieren con las actividades diarias o se acompañan de desorientación, dificultad para comunicarse o cambios en el comportamiento, ya que podrían ser señales de un trastorno cognitivo que requiere evaluación médica. La demencia es un término amplio que engloba un conjunto de síntomas que comprometen la memoria, el juicio, el lenguaje, la atención y otras funciones mentales. Suele tener un inicio gradual, con una progresión constante que impacta profundamente en la vida profesional, social y familiar.

Estas son las señales tempranas a las que debemos estar atentos ya que podrían alertar sobre el inicio de una demencia. reconocerlos no significa hacer un diagnóstico, pero sí puede ser el primer paso para actuar con prevención y cuidado.

Estos síntomas pueden corresponder a diferentes tipos de demencia, cada uno con su propia causa y progresión. Entre los más frecuentes se encuentran:

• Enfermedad de Alzheimer: la forma más común de demencia, caracterizada por la acumulación de placas y ovillos en el cerebro.

• Demencia vascular: causada por alteraciones en la circulación cerebral, como accidentes cerebrovasculares.

• Demencia frontotemporal: afecta sobre todo la personalidad, el comportamiento y el lenguaje.

• Demencia con cuerpos de Lewy: se caracteriza por alucinaciones visuales, fluctuaciones cognitivas y síntomas similares al Parkinson.

• Encefalopatía TDP-43 de predominio límbico: una forma emergente de demencia, más recientemente identificada.

• Demencia mixta: combinación de dos o más tipos anteriores.

Cada una de estas enfermedades presenta diferencias en la forma y momento en que la memoria se ve afectada, por eso es esencial acudir con un especialista si los olvidos se vuelven frecuentes o alteran el funcionamiento diario.

No olvidemos que adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia. Mantenerse mentalmente activo mediante juegos, lectura o aprendizaje continuo ayuda a fortalecer las conexiones cerebrales. A esto se suma la importancia del ejercicio físico, una buena alimentación, el descanso adecuado y la interacción social regular. Estas acciones además de mejorar la calidad de vida, también reducen el riesgo de deterioro cognitivo.

En algunos casos, suplementos como la vitamina B12, los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D pueden ofrecer beneficios adicionales, siempre bajo orientación médica. Recuerda que a prevención comienza con pequeñas decisiones cotidianas que, a largo plazo, ¡protegen la salud del cerebro!

Referencias:

Cancino, M., et al. (2016). Factores de riesgo y precursores del deterioro cognitivo leve (DCL).

Mayo Clinic. (s.f.). Pérdida de memoria: Cuándo buscar ayuda.

Miralles, M. A., et al. (2001). Un paciente con pérdida de memoria.

Carrillo-Mora, P. (2010). Sistemas de memoria: reseña histórica, clasificación y conceptos actuales.