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La memoria también se cansa

Actualizado: 24 jun




¿Alguna vez has entrado a la cocina sin recordar para qué? ¿Has olvidado una cita, una llamada, una palabra que tenías en la punta de la lengua? Aunque solemos culpar a la edad, hay un factor más común que afecta nuestra memoria, el estrés cotidiano y la sobrecarga mental. Nos mantenemos todo el tiempo entre pendientes simultáneos, pantallas encendidas, mensajes urgentes, tareas sin cerra y nuestra mente, cuyos procesos funcionan para la atención sostenida, no siempre logra sostener el ritmo.

Nuestra memoria tiene dos engranes, el componente prospectivo (recordar que hay algo que hacer) y el retrospectivo (recordar qué exactamente era). La memoria prospectiva es una de las funciones más vulnerables ante la sobrecarga mental, entonces, cuando el estrés aumenta o hay muchas tareas al mismo tiempo, ambos engranes pueden fallar, dando como resultado que olvidamos que teníamos un pendiente, pero también, somos incapaces de recordar cuál era.

Un estudio reciente llevado a cabo por Hu y colegas (2024) investigó cómo se afecta la presión del tiempo y la carga cognitiva excesiva a la memoria. Ellos encontraron que cuanto mayor es la prisa, peor responde el sistema de memoria prospectiva, es decir, si la mente es forzada a decidir rápidamente, entonces elige la velocidad sobre la precisión. Y cuando hay muchas tareas activas al mismo tiempo, disminuye la capacidad para identificar señales que deberían activar una acción, por ejemplo, pasar frente al supermercado y olvidar comprar algo que sabías que necesitabas.

Esto ocurre porque el cerebro humano tiene una reserva limitada de recursos cognitivos, sumado a esto, el estrés actúa como un secuestrador de atención, ya que dirige toda la energía a lo inmediato, lo urgente, lo que grita más fuerte, dejando en segundo plano funciones como la memoria, la toma de decisiones o el control de impulsos. En este contexto, lo importante suele quedar olvidado, incluso si era prioritario, pero lo más inquietante es que bajo estrés, también somos más susceptibles a crear falsos recuerdos, es decir, no solo olvidamos más, sino que recordamos cosas que en realidad nunca ocurrieron, rellenando huecos con datos parecidos, conocidos o cargados emocionalmente.

Todo esto afecta a hombres y mujeres, pero no por igual. Diversos estudios en neurociencia cognitiva han mostrado que las mujeres, especialmente en edades laborales activas y en etapas reproductivas (embarazo, lactancia, crianza), presentan mayores niveles de carga mental invisible. A la jornada laboral se suman las tareas domésticas, la organización del hogar, el seguimiento de la salud de la familia, los cumpleaños, las compras, las citas médicas. Esta suma (muchas veces normalizada y no redistribuida) genera una demanda cognitiva constante, lo que afecta de manera significativa el rendimiento de la memoria prospectiva. No es desorganización ni descuido, es saturación de sistema.

Pero ¿qué podemos hacer algo al respecto? Acá te dejamos unos consejos:

  • Reduce la multitarea voluntaria: hacer menos, pero con más atención, es más efectivo que intentar abarcar todo.

  • Agrupa recordatorios: usar una sola alarma o nota para varias tareas similares libera espacio mental.

  • Dale aire a tu agenda: dejar espacios entre actividades evita el estrés por reloj, uno de los enemigos más claros de la memoria.

  • Respira y haz pausas conscientes: incluso 3 minutos de respiración profunda ayudan a recuperar claridad atencional.

  • Cuida tu alimentación cerebral: una dieta rica en omega-3, antioxidantes, polifenoles y magnesio (presentes en pescado azul, semillas, frutas y chocolate amargo) mejora la memoria bajo presión.

  • Prioriza el sueño: es el verdadero "superalimento" de la memoria, sin descanso, ningún truco funciona.

En esta cultura donde se aplaude la productividad sin pausa, olvidar se ha convertido en una señal silenciosa de agotamiento, pero cuidar la memoria es una necesidad para vivir con presencia, para cuidar lo importante, para no perdernos en medio del ruido. Comer bien, respirar mejor, simplificar pendientes y proteger nuestros márgenes de tiempo son formas reales de autocuidado mental.

No se trata de tener una memoria perfecta, sino de darle a nuestro cerebro las condiciones necesarias para recordar lo que de verdad importa. En ese acto, también hay una forma profunda de resistencia y salud.

Referencia:Hu, J., et al. (2024). The effect of cognitive load and time stress on prospective memory and its components.

 

 
 
 

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