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Cuando aún no hay forma, ya hay conexiones desarrollo de la mente durante el embarazo

Actualizado: 24 jun

Cuando aún no hay forma, ya hay conexiones: desarrollo de la mente durante el embarazo.

Antes de que el corazón dé su primer latido, o incluso, antes de que el embrión tenga una forma reconocible, el sistema nervioso ya está en construcción; apenas tres semanas después de la concepción ya se está gestando una línea de células que pronto se plegará para formar el tubo neural, la estructura primitiva que dará lugar al cerebro y la médula espinal. El embrión comenzará a formar miles de neuronas por segundo, a trazar caminos eléctricos primitivos y a construir las bases de lo que será su capacidad para pensar, sentir y vincularse con el mundo. A la sexta semana ya se perfila el esbozo del encéfalo; a las 22 semanas, los ventrículos cerebrales se preparan para recibir a las neuronas que migrarán y delinearán la futura corteza cerebral.


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Tan prioritario es este proceso, que podríamos decir que el sistema nervioso es el primer gran proyecto del embrión. Sin embargo, ese diseño biológicamente guiado no está predeterminado, no es un molde rígido ni una receta infalible. El entorno materno, es decir, lo que comes, cómo respiras, cómo duermes, cómo te sientes y hasta cómo te hablas, es el laboratorio donde se construye el cerebro de tu hijo. Tus elecciones, tus emociones y tu salud física tienen una influencia directa sobre la forma, el tamaño y la capacidad funcional del cerebro fetal.

Por eso, más que imponer reglas o añadir presión, este artículo busca ofrecer una mirada compasiva y efectiva, no se trata de cumplir con una lista de deberes, sino de transitar con conciencia uno de los procesos más fascinantes de la biología humana. Cuidarte es formar, nutrirte es construir; una buena alimentación durante el embarazo ayudará a prevenir complicaciones médicas, pero también actúa como cimiento de la neurogénesis, la mielinización y la organización sináptica. Nutrientes como el DHA (ácido docosahexaenoico), el hierro y la glucosa de liberación lenta son indispensables para ese trabajo microscópico. Algo tan sencillo como un desayuno con avena, plátano y semillas de chía puede convertirse en una ofrenda diaria para un cerebro en formación, ya que aporta energía sostenida y grasas esenciales que ayudan a construir las membranas sinápticas.

El oxígeno también juega un papel esencial, entonces, una caminata de media hora, un paseo tranquilo bajo los árboles o una rutina suave de yoga prenatal pueden mejorar el flujo de oxígeno placentario, lo que a su vez facilita que lleguen más aminoácidos y nutrientes al sistema nervioso del bebé. Respirar bien es nutrir mejor, incluso los ritmos de tu corazón, al elevarse ligeramente con el ejercicio, ayudan a ajustar aún mejor esa maquinaria biológica.

Al mismo tiempo, evitar sustancias tóxicas como el alcohol, el tabaco o la contaminación del aire es una forma silenciosa, pero poderosa, de proteger la arquitectura cerebral del bebé. Sabemos que una sola copa de vino puede reducir la formación de células gliales, esenciales para sostener, aislar y coordinar la actividad neuronal. El estrés crónico es otro factor decisivo. Las hormonas que produce tu cuerpo cuando estás sometida a altos niveles de tensión, en especial el cortisol, atraviesan la placenta y pueden alterar la formación de las conexiones cerebrales, funcionando como un herbicida sobre las delicadas espinas dendríticas. Por eso, dormir bien, reírte con quien te hace bien, practicar ejercicios de respiración o tomarte diez minutos al día para ti no son lujos, son tus primeras acciones hacia una buena crianza.

Y luego está la estimulación sensorial; a partir de la semana 30, el oído interno del feto ya ha madurado lo suficiente como para responder a vibraciones graves, esto no significa que necesites ponerle audífonos ni programas especiales, basta con hablarle, leerle en voz alta, cantarle tu canción favorita o simplemente contarle cómo estuvo tu día. El sonido de tu voz, su ritmo y su calidez, crean patrones que el cerebro fetal registra y guarda como huellas de afecto, al hacerlo, más que estimularlo, lo estás acompañando.

Hoy sabemos que el desarrollo cerebral prenatal es mucho más que un asunto de genética. El concepto de neural exposome (la suma de todos los factores ambientales que influyen sobre el sistema nervioso desde la concepción) nos invita a pensar que estimular la mente del bebé también es abogar por aire limpio, acceso a atención obstétrica de calidad, licencias de maternidad dignas y comunidades que cuidan a quienes gestan. El cuerpo materno no es una incubadora, es un ecosistema vivo, emocional, inteligente.

Recuerda que no necesitas gadgets ni inversiones costosas, estimular la mente de tu bebé puede ser tan simple como elegir un plato colorido, cerrar los ojos un momento al inhalar, caminar descalza por el pasto o acariciar tu vientre mientras le dices en voz baja “te espero”. Esos pequeños actos cotidianos, repetidos con intención y cariño, están moldeando ya su capacidad de aprender, de sentirse seguro, de amar y ser amado.

Cuidarte es la primera forma de educar, y hacerlo con ternura es, tal vez, la mayor herencia cerebral que podemos dejarle a la próxima generación.

 

Referencias:

Han, V. X., Patel, S., Jones, H. F., & Dale, R. C. (2021). Maternal immune activation and neuroinflammation in human neurodevelopmental disorders.

Leibovitz, Z., Lerman-Sagie, T., & Haddad, L. (2022). Fetal brain development: Regulating processes and related malformations.

Sarnat, H. B., & Flores-Sarnat, L. (2024). Neuroembryonic and fetal brain development: Relevance to fetal/neonatal neurological training.

Scher, M. S. (2024). Interdisciplinary fetal-neonatal neurology training improves brain health across the lifespan.

Walhovd, K. B., Krogsrud, S. K., Amlien, I. K., Sørensen, Ø., Wang, Y., Bråthen, A. C. S., et al. (2024). Fetal influence on the human brain through the lifespan.

 

 
 
 

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